Fernando Murillo Flores[1]
He sido Director de la Escuela Judicial de la Corte Superior de Justicia de Cusco, creada por Acuerdo de su Consejo Ejecutivo Distrital, durante el año judicial 2010 (R.A. N° 003-2011-CED-CSJCU-PJ, del 14 de marzo de 2011). Eso me da el derecho a preguntarme, sólo preguntarme ¿y qué fue de la Escuela Judicial?
Recuerdo que en el discurso de apertura del año judicial 2011 se dijo, como un lineamiento de una política de gestión, que se proponía: “14. La creación oficial de la escuela de formación de los servidores jurisdiccionales, con la finalidad de proporcionar una capacitación más completa a nuestro personal jurisdiccional y administrativo. Este esfuerzo de capacitación y perfeccionamiento será conjunto, por lo que en el desarrollo de los respectivos programas se tendrá en cuenta los requerimientos que planteen los servidores en general. No se requerirá mayor presupuesto para lograr esta actividad, puesto que el señor Juez Superior doctor Fernando Murillo, lo viene efectuando con su reconocida cátedra judicial, lo que se hará es oficializar y reconocer el servicio que harán los profesores en este caso los jueces y los alumnos los trabajadores.”[2]
Cuando escuche esas palabras me dije “Por primera vez, en mis ocho años de magistrado, veo que un Presidente de Corte se preocupa de manera seria y decidida en generar un espacio de capacitación oficial del personal auxiliar jurisdiccional, en el que los alumnos sean ellos, pues son las personas que trabajan con los magistrados y que éstos sean quienes enseñen sobre la base de su experiencia laboral, dejándose de lado esa concepción de recursos humanos o servidores que tanto daño hacen a las organizaciones humanas, disponiéndose de ellos de manera vertical e impositiva, sin preocuparse de su capacitación o en la unidad que en ellos reside si acaso tuviesen motivación por razones trascendentes”. Eso pensé, lástima que me haya equivocado.
La actividad académica de la Escuela Judicial estuvo diseñada para desarrollarse anualmente, iniciándose el mes de marzo y terminando el mes de diciembre de cada año; durante este lapso de tiempo deberían haber sesiones de clase efectiva durante tres bimestres: abril – mayo, julio – agosto y octubre – noviembre, una vez a la semana de 4 horas cada una; los meses de marzo, junio y diciembre estaban destinadas a trabajo administrativo interno de planeamiento, organización y liquidación de cada bimestre.
Durante el Académico 2011, cumpliendo tal diseño tuvo la Escuela Judicial desarrollo tres diplomados: i) Temas de los procesos constitucionales de Hábeas Corpus y Amparo, ii) Temas del Proceso Penal y, iii) Temas del Derecho Civil y Procesal Civil y, en conjunto tuvo 117 alumnos. Estos alumnos estudiaron efectivamente, cada uno, 96 horas de clases presenciales, otras 96 horas estuvieron destinados a lectura permanente para sus controles de lectura semanales y 10 horas de evaluación que hicieron un total de 202 horas de estudio. En cada bimestre se fueron estudiando materias que integraban cada uno de los diplomados, a cargo de docentes magistrados y algunos docentes invitados que deseaban hacerlo, todo ello con la voluntad de enseñar y la voluntad de aprender. El primer diplomado se dictó los días martes de 17:00 a 21:00 hrs., el segundo los días jueves en el mismo horario y el tercero los días sábado de 9:00 a 13:00 hrs., éste último estaba diseñado para las personas que trabajan fuera de la sede, para estos alumnos un saludo especial por el esfuerzo que desplegaron. Si bien cumplir con el indicado horario fue un sacrificio personal, éste sin duda fue el precio que tuvo que pagarse por una real capacitación sobre la base de las experiencias laborales concretas, con la finalidad de mejorar, día a día, nuestras decisiones jurisdiccionales en las que las personas que trabajan con los juzgadores juegan un papel coadyuvante permanente. Al inicio de cada sesión el alumno rendía un control de lectura y al final de cada mes o bimestre un examen escrito sobre todas las materias desarrolladas, la nota aprobatoria fue de 13 sobre un total de 20 puntos. Al final del año se elaboró un orden de méritos académicos, reconociéndose especialmente a los alumnos que ocuparon el primer, segundo y tercer puestos en cada diplomado.
Fui designado el primer director de la Escuela Judicial, comprometí mi tiempo y dedicación en sentar bases sólidas para que ella tenga permanencia en el tiempo, seriedad en sus diplomados y, sobre todo, se constituya en una real y concreta opción de capacitación para las personas que trabajan en la Corte Superior de Justicia de Cusco, sobre la base de experiencias reales de trabajo (casos), en el marco de un espacio académico de discusión alturada; los alumnos de la Escuela Judicial pueden dar testimonio de lo dicho. Aprovecho esta oportunidad para agradecer por el testimonio escrito de ese trabajo que hicieron llegar al Consejo Nacional de la Magistratura, en mi proceso de evaluación y ratificación, los alumnos de la Escuela Judicial y quienes sin serlo conocieron de dicho trabajo, gracias a esas 125 personas.
Leí en el diario judicial del Cusco, que en el discurso de apertura del año judicial 2012 también se dijo, como quien no se dice nada que “Se capacitó a 117 servidores judiciales mediante la Escuela de Formación y Capacitación de Auxiliares Jurisdiccionales, que realizó 3 diplomados en las especialidades de Derecho Constitucional, Derecho Penal y Derecho Civil, sin afectar presupuesto alguno de nuestra entidad”[3]
Cuando escuche esas palabras me dije “Por primera vez, en mis ocho años de magistrado, veo que un Presidente de Corte se preocupa de manera seria y decidida en generar un espacio de capacitación oficial del personal auxiliar jurisdiccional, en el que los alumnos sean ellos, pues son las personas que trabajan con los magistrados y que éstos sean quienes enseñen sobre la base de su experiencia laboral, dejándose de lado esa concepción de recursos humanos o servidores que tanto daño hacen a las organizaciones humanas, disponiéndose de ellos de manera vertical e impositiva, sin preocuparse de su capacitación o en la unidad que en ellos reside si acaso tuviesen motivación por razones trascendentes”. Eso pensé, lástima que me haya equivocado.
La actividad académica de la Escuela Judicial estuvo diseñada para desarrollarse anualmente, iniciándose el mes de marzo y terminando el mes de diciembre de cada año; durante este lapso de tiempo deberían haber sesiones de clase efectiva durante tres bimestres: abril – mayo, julio – agosto y octubre – noviembre, una vez a la semana de 4 horas cada una; los meses de marzo, junio y diciembre estaban destinadas a trabajo administrativo interno de planeamiento, organización y liquidación de cada bimestre.
Durante el Académico 2011, cumpliendo tal diseño tuvo la Escuela Judicial desarrollo tres diplomados: i) Temas de los procesos constitucionales de Hábeas Corpus y Amparo, ii) Temas del Proceso Penal y, iii) Temas del Derecho Civil y Procesal Civil y, en conjunto tuvo 117 alumnos. Estos alumnos estudiaron efectivamente, cada uno, 96 horas de clases presenciales, otras 96 horas estuvieron destinados a lectura permanente para sus controles de lectura semanales y 10 horas de evaluación que hicieron un total de 202 horas de estudio. En cada bimestre se fueron estudiando materias que integraban cada uno de los diplomados, a cargo de docentes magistrados y algunos docentes invitados que deseaban hacerlo, todo ello con la voluntad de enseñar y la voluntad de aprender. El primer diplomado se dictó los días martes de 17:00 a 21:00 hrs., el segundo los días jueves en el mismo horario y el tercero los días sábado de 9:00 a 13:00 hrs., éste último estaba diseñado para las personas que trabajan fuera de la sede, para estos alumnos un saludo especial por el esfuerzo que desplegaron. Si bien cumplir con el indicado horario fue un sacrificio personal, éste sin duda fue el precio que tuvo que pagarse por una real capacitación sobre la base de las experiencias laborales concretas, con la finalidad de mejorar, día a día, nuestras decisiones jurisdiccionales en las que las personas que trabajan con los juzgadores juegan un papel coadyuvante permanente. Al inicio de cada sesión el alumno rendía un control de lectura y al final de cada mes o bimestre un examen escrito sobre todas las materias desarrolladas, la nota aprobatoria fue de 13 sobre un total de 20 puntos. Al final del año se elaboró un orden de méritos académicos, reconociéndose especialmente a los alumnos que ocuparon el primer, segundo y tercer puestos en cada diplomado.
Fui designado el primer director de la Escuela Judicial, comprometí mi tiempo y dedicación en sentar bases sólidas para que ella tenga permanencia en el tiempo, seriedad en sus diplomados y, sobre todo, se constituya en una real y concreta opción de capacitación para las personas que trabajan en la Corte Superior de Justicia de Cusco, sobre la base de experiencias reales de trabajo (casos), en el marco de un espacio académico de discusión alturada; los alumnos de la Escuela Judicial pueden dar testimonio de lo dicho. Aprovecho esta oportunidad para agradecer por el testimonio escrito de ese trabajo que hicieron llegar al Consejo Nacional de la Magistratura, en mi proceso de evaluación y ratificación, los alumnos de la Escuela Judicial y quienes sin serlo conocieron de dicho trabajo, gracias a esas 125 personas.
Leí en el diario judicial del Cusco, que en el discurso de apertura del año judicial 2012 también se dijo, como quien no se dice nada que “Se capacitó a 117 servidores judiciales mediante la Escuela de Formación y Capacitación de Auxiliares Jurisdiccionales, que realizó 3 diplomados en las especialidades de Derecho Constitucional, Derecho Penal y Derecho Civil, sin afectar presupuesto alguno de nuestra entidad”[3]
¿Cómo se explica el gran anuncio del primer discurso y lo lacónico del segundo? La verdad no lo sé, pero lo que sí puedo decir es que durante el año 2011 funcionó la Escuela Judicial con un total de 117 alumnos (me remito al texto del discurso trascrito); particularmente me parece que hubiese sido más noble mencionar a aquellos alumnos que siendo trabajadores de la Corte Superior de Justicia de Cusco ocuparon, en cada diplomado, los tres primeros puestos para así reconocer el esfuerzo desplegado por dichas personas y motivar a otros trabajadores a lograr lo mismo (http://escuelajudicialcusco.blogspot.com).
Sinceramente creo que debió haberse reconocido de mejor manera el esfuerzo de esos 117 trabajadores de la Corte Superior de Justicia de Cusco que estudiaron sacrificando horas de descanso. El equipo de trabajo que hizo realidad la Escuela Judicial en el año 2010 estuvo conformado por varias personas, al menos a ellas se les debió haber reconocido su esfuerzo y compromiso; sin el concurso de estas personas – ignoradas por completo – no hubiese sido posible la Escuela Judicial, por eso da una cierta envidia, pero a la vez una vergüenza ajena leer, por ejemplo, la R.A N° 095-2012-P-CSJLI-PJ del 30 de enero de 2012 de la Corte Superior de Justicia de Lima (Cf. El Peruano del 2 de febrero del 2012. p. 460258). Pero en fin, si alguien piensa que esperaba me den las gracias se equivoca, pues asumí la responsabilidad por convicción de servicio.
Creo también que la Escuela Judicial, si acaso se considera que las personas que trabajan en la Corte Superior de Justicia del Cusco son importantes, debió haber continuado su funcionamiento en su segundo año académico, es decir, durante el año 2012, para así consolidarse como una real posibilidad de capacitación de los trabajadores de la Corte Superior de Justicia de Cusco, basada en los casos de la experiencia laboral, para así institucionalizarla. Lástima que no haya sido así. De acuerdo a su reglamento, hasta donde recuerdo, la Escuela Judicial debió haber tenido director designado al 15 de enero de 2012 y, a propuesta de éste, ya debió haberse designado a su sub director, para así empezar a dictarse clases en sus diplomados a partir de abril. Pero ya pasó enero, febrero, marzo y estamos en abril. Entonces, es legítimo preguntarme ¿Y qué fue de la Escuela Judicial?, sin dejar de mencionar que si las resoluciones administrativas de creación y aprobación de reglamento aún están vigentes ya están siendo incumplidas ¿será esto parte de un lineamiento de política de gestión?.
Puede ser que la evaluación de la gestión de la Escuela Judicial – si es que hay una – haya sido negativa, por eso se decidió que no continúe; pero, cualquiera que haya sido la razón no entenderé cómo es que los trabajadores y sus representantes no hayan reclamado su continuidad, aunque puedo comprender que no lo hagan pues la sumisión que es parte de la cultura organizacional del Poder Judicial. La Escuela Judicial fue una buena idea, no importa de quien haya sido, aunque sé que fue inspirada, allí está el primer discurso citado, sobre la base de una experiencia mía en un grupo de estudio llamado cátedra judicial y eso, para mí, es suficiente reconocimiento; me siento bien de haber colaborado con hacerla realidad, lástima que sólo haya sido por un año. A quienes participaron en ella, y pueden dar testimonio de su efímera existencia (un año no es nada para un lineamiento de política de gestión), les doy las gracias y vaya para ellos mi reconocimiento, pues la nobleza obliga a reconocer que envejecimos juntos en un intento por ser mejores. Estas líneas sólo son una pregunta personal, nada más.
[1] Juez Superior Titular de la Corte Superior de Justicia de Cusco y ex Director de su
Escuela Judicial para el Año Académico 2011.
[2] Discurso de Apertura del Año Judicial 2012 a cargo del Sr. Dr. Luis Alfonso Sarmiento Núñez, Presidente electo de la Corte Superior de Justicia de Cusco.
[3] Discurso de Apertura del Año Judicial 2012 a cargo del Sr. Dr. Luis Alfonso Sarmiento Núñez, Presidente de la Corte Superior de Justicia de Cusco.
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