Presentación
En esta ocasión nos
complace en presentar en este Blog de nuestro destacado colega, Magistrado de la Corte Superior de Justicia de Cusco, Fernando Murillo Flores, la entrevista que nos brindó el maestro, Doctor Manuel Atienza
Rodríguez, Director del Máster en Argumentación Jurídica de la Universidad de
Alicante (España), quien estuvo en Lima dictando clases magistrales en el
Diploma de Acreditación de docentes PAD-AMAG “Enseñanza del Derecho y
Argumentación Jurídica” que se realizó en la última semana de marzo del año en
curso. Un extracto de la entrevista fue publicada en el Suplemento Jurídica del
Diario El Peruano, el pasado 15 de mayo del 2012. Próximamente se publicará la
entrevista completa, la cual será incorporada también en este Blog.
En esta entrevista
se trata el tema de los alcances de la obligación de motivar las resoluciones
judiciales y fiscales, así como acerca de la relación de la ética con la
argumentación jurídica. Invitamos a su lectura.
Lima, Mayo del 2012.
Emilia Bustamante Oyague
Entrevista a Manuel Atienza
Por Emilia
Bustamante Oyague
Juez Superior Titular de la Corte Superior de Lima.
Abogada por la PUCP
Posgrado en argumentación jurídica en la Universidad de Alicante.
independencia judicial.
"Los actos conformes a la ética serían
aquellos que promueven los principios de la ética que, en el caso de la ética
judicial, serían fundamentalmente los de independencia, imparcialidad y
motivación adecuada de las decisiones, afirma Atienza."
El jurista y filósofo Manuel
Atienza Rodríguez, catedrático de la Universidad de Alicante en España, estuvo en Lima
como expositor en el Primer Programa de Acreditación de Docentes
"Enseñanza del Derecho y Argumentación Jurídica", curso de
especialización dirigido a jueces, fiscales y docentes universitarios,
organizado por la Academia
de la Magistratura
(Amag) con el respaldo del Área de Filosofía del Derecho de la Universidad de
Alicante. A continuación explica la relación de la argumentación jurídica con
la ética en el ejercicio del derecho.
–¿Cómo define la filosofía del derecho?
–Es una disciplina que tiene como pretensión dar una visión
general de lo que es el derecho, y contribuir a facilitar la labor de los
diversos operadores jurídicos.
¿Cómo se relaciona la ética con esta disciplina?
–Tradicionalmente, la ética ha sido una parte de la filosofía, y
por lo tanto también una parte de la filosofía del derecho. Normalmente se
habla de tres partes o tres conjuntos de problemas iusfilosóficos: la teoría
general del derecho, o la ontología, que sería el estudio de los conceptos más
generales, más básicos, del derecho; la teoría de la ciencia jurídica, que
trata de explicar en qué consiste la dogmática jurídica, y las otras
disciplinas jurídicas, si son o no una ciencia, cuáles son sus métodos, etc.; y
la tercera, que vendría a ser la ética jurídica, la axiología jurídica, la deontología jurídica,
como se le quiere llamar: su núcleo fundamental es el concepto de justicia.
–¿Se puede diferenciar una ética de los abogados de una ética para
un juez o un fiscal?
–Sí. El principio de imparcialidad es central en el caso de la
ética judicial, pero no puede serlo en relación con el abogado; él es
naturalmente parcial, aunque su parcialidad tenga ciertos límites que no puede
transgredir. El juez y el fiscal están algo más próximos entre sí, dado que
representan intereses públicos; pero también habría que decir que el principio
de independencia no opera de la misma manera, no tiene la misma connotación, la
misma intensidad, en el caso del juez y en el del fiscal.
–En relación al abogado que ante la situación legal de su cliente
sabe que no tiene forma alguna de conseguir un resultado favorable, pero
sabiéndolo decide asumir la defensa, ¿esta conducta está reñida con la ética?
–Asumir la defensa, probablemente no, en el sentido de que la
persona necesitará alguna defensa: es un derecho fundamental. Estará reñida esa
conducta con la ética, en la medida en que el abogado, por ejemplo, no haya
dado toda la información de la que dispone al cliente.
–Se plantea la exigencia de que los jueces al emitir sus
sentencias indiquen las propuestas o acciones que debe realizar la
administración –la parte demandada, el Estado– para superar las situaciones
vinculadas al caso judicial. ¿Corresponde a los jueces esta labor?
–En principio no. Y si esto ocurre, se está incurriendo en
activismo. No obstante lo cual, podría haber algunos supuestos excepcionales
–pero siempre tendría que ser algo muy excepcional– en los que podría ser
aceptable ese tipo de comportamiento. El juez no tiene recursos, como tienen
los órganos de la administración, por ejemplo, para indicar cuáles son los
tipos de acciones que deben desarrollarse para garantizar un derecho, etcétera.
–¿Cuál debe ser la actitud que deben asumir los jueces y fiscales
ante los casos mediáticos destacados por los medios
de comunicación?
–El juez debe ser modesto, debe auto-restringirse; como dice el
Código Modelo de Ética Judicial, en uno de sus artículos: no debe buscar un
reconocimiento social superior al que, diríamos, es lógico y forma parte de la
profesión. Y no debe hacerlo, porque eso realmente tiene muy malas consecuencias
para el sistema judicial. El juez debe mantener un equilibrio entre modestia, sobriedad,
no pretender reconocimientos, pero al mismo tiempo ha de tener valentía, tiene
que informar de su labor, etc.; en el logro de ese equilibrio está la
dificultad de la tarea judicial.
–¿Cuándo un juez resuelve un caso, debe tener en cuenta las
implicancias que tendrá su decisión en el marco social, político y/o económico?
–Sí, debe tenerlo en cuenta, pero hay veces en que el juez tiene
que estar dispuesto a asumir una decisión, aunque sepa que esas consecuencias pueden
ser cuestionables. Hay veces que el juez debe proteger el derecho de un
individuo, aunque ello pueda tener malas consecuencias para otros o muchos. El
juez debe tener en cuenta las consecuencias, sobre todo, negativas, y ha de
evitar, en la medida de lo posible, las malas consecuencias.
–¿Cómo observa a la corrupción judicial en Iberoamérica?
–La corrupción es el enemigo número uno de un sistema de justicia
y, por eso, tomarse la ética judicial en serio, como es obvio, significa estar dispuesto
a combatir la corrupción. Dentro de la corrupción social, la corrupción
judicial tiene también algunas peculiaridades. La profesión de juez es de
riesgo: más proclive que otras a padecer la corrupción. Pero ello no quiere
decir que no haya mecanismos que podrían y que deberían utilizarse para
combatir el fenómeno. La corrupción es uno de los principales problemas, si no
el principal, en muchos sistemas judiciales de Latinoamérica. La inamovilidad
del juez y una remuneración adecuada son fundamentales para tener jueces
íntegros. Es lógico que en relación con el resto de los profesionales del
derecho, los jueces tendrían que estar entre los mejor remunerados.
–¿Cuáles pautas argumentativas debemos tener en cuenta los abogados,
jueces, fiscales y cualquier profesional
del derecho?
–En principio, argumentar bien, ser claro, construir de manera
comprensible los argumentos, tener capacidad para persuadir, no cometer errores
lógicos, etcétera. En el caso del abogado, los elementos retóricos tienen un
papel de gran relieve, mientras que esto no es o no debería ser así en el caso
de los jueces. El abogado usa el derecho de manera estratégica; él se encuentra
con un cliente que tiene ciertas finalidades y tiene que ver la manera de
lograr el máximo beneficio para el cliente, utilizando el derecho; el derecho
para él es un instrumento. Para el juez, el derecho tiene que ser un fin en sí
mismo; una consecuencia del rol institucional que ocupa.
–En el Perú tenemos una norma constitucional que establece la
obligación de motivar las decisiones y dictámenes fiscales. ¿Se debe exigir a
los jueces y fiscales que se pronuncien sobre todos los temas invocados por las
partes?
–Esa mayor exigencia de argumentación que se da en el Perú puede
encontrarse también en muchos otros países; por ejemplo, en España. Cabría
decir que es una consecuencia del desarrollo del Estado Constitucional. Se
trata de un fenómeno positivo, porque la motivación es un procedimiento
fundamental para controlar el poder de los jueces. Motivar bien quiere decir
motivar de manera comprensible, de manera que los otros jueces, la comunidad
jurídica, etc., puedan ejercer un control racional. Pero esto no ocurre en el
caso de sentencias desmesuradamente largas que nadie puede leer ni entender y
que, en consecuencia, son un obstáculo formidable para ese control. Lo que
motiva ese estilo judicial es, muchas veces, la falta de seguridad del juez,
que se debe a su insuficiente preparación, y hace que crea que tiene que
contestar absolutamente a todo lo que hayan planteado las partes a lo largo del
proceso. Pero las partes, los abogados, a veces pueden plantear cuestiones que
están fuera de lugar, que no son pertinentes y a las que, por tanto, no hay por
qué contestar.
–¿Mediante qué mecanismos se puede controlar y evitar incurrir en
motivación
hipócrita?
–Motivación hipócrita quiere decir que, a veces, los jueces no son
sinceros al motivar, porque lo que uno lee en la sentencia, las razones a favor
de la decisión, no son los motivos reales que llevaron al juez a tomar esa
decisión. El buen juez es el que no es hipócrita, pero ese deber de sinceridad
hay que entenderlo de manera razonable. Una cosa son los móviles, las causas;
y, otra son las razones que puede dar un juez para justificar la decisión.
Motivar una decisión no es mostrar las causas cuyo efecto sería la decisión;
motivar significa justificar, dar razones. Es razonable que se considere como
una falta que una resolución carezca de motivación. No es conveniente que el
órgano de control disciplinario examine la corrección o no de la motivación de
los jueces: no si existe o no motivación, sino si la misma se considera
adecuada; me parece que eso supone un atentado contra la independencia. ◆
Esta entrevista fue originalmente publicada en: JURIDICA N° 407, Suplemento de Análisis Legal de El Peruano, Lima, en su edición del día martes 15 de mayo de 2012.pp.2-3
Nuestro Blog queda muy agradecido a la Dra. Emilia Bustamante Oyague, por su gentil colaboración que esperemos no sea la última ni la única. Gracias
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