martes, 17 de marzo de 2015

La rebelión de los piratas


Javier André Murillo Chávez*

Domingo 15 de febrero de 2015, me acerco al final del pasillo 18 del centro comercial Polvos Azules donde se pueden encontrar puestos que venden copias de películas clásicas e independientes, imposibles de conseguir en una tienda de algún Real Plaza, Jockey Plaza, Larcomar o La Rambla; y curiosamente veo tres películas que llaman mi atención: “El Mudo”, “Lima Bruja” y “Viejos Amigos”. Esto fue raro porque nunca se veían películas peruanas en sus mostradores. Pregunto por ellas y me señalan que son películas originales que cuestan más que el clásico tres por diez soles de las extranjeras. ¿Los vendedores de discos piratas están vendiendo originales? ¿Qué paso? ¿De qué me perdí?

Días después, los diarios capitalinos anuncian que los comerciantes de los focos de venta de reproducción de discos ilegales iniciaron la campaña “Sé legal con el cine peruano” por la cual venden películas peruanas originales y de ninguna manera copias de las mismas; resulta que los productores y/o parte del equipo (director/a, guionista, editores y hasta actores/actrices) de las películas peruanas han suscrito acuerdos de venta directamente con los vendedores de discos piratas de la capital.

La normativa en Derechos de Autor sobre el tema de las infracciones comúnmente denominadas piratería no es del todo deficiente, pero sí muy inflexible; desde mi punto de vista esta norma no toma en cuenta todo lo que pasa en la realidad en el mercado. Con esto no quiero decir que la piratería sea buena, sino que finalmente es una situación ilegal que debería combatirse siempre y en todos los casos, pero las normas deberían flexibilizarse en ciertos puntos ya que es una norma, en términos de Bobbio, válida pero ineficaz.

El problema del consumo legal de películas originales tiene su fuente en diversos puntos económicos y fenomenológicos: (i) no existe una cultura de consumo de obras originales, la gente no valora todo lo que existe detrás de un disco original porque no se sabe de ello; (ii) no existe oferta variada de productos originales, sólo podemos encontrar algunas obras no tan recientes y otras muy antiguas; (iii) el costo de mercado de una obra original es muy alto para el consumidor promedio y la existencia de una oferta a costo predatorio hace que el ofrecimiento de originales prácticamente se quede sin demanda; entre otras.

Ante esta circunstancia, los propios realizadores de películas peruanas han optado por tomar la dirección de su producto y han logrado concordar voluntades con quien en casi todo momento fue su “enemigo”: los comerciantes de Polvos Azules, El Hueco, Mesa Redonda y/o Polvos Rosados. Creemos que esto se debe a que exista cierta solidaridad patriótica entre empresarios peruanos, y a que incluso los comerciantes de estos centros de venta perciben que vender un disco original es una conducta legal, que los aleja de infracciones, y que además tiene un valor añadido pues ahora cuando te aproximas a pedir estas películas peruanas te señalan rápidamente que se trata de un disco original y tiene un precio más alto al resto por esta calidad.

Las políticas respecto a la Propiedad Intelectual son muy delicadas porque tratan de dos intereses contrapuestos: el de la Sociedad por tener acceso a la cultura y las obras, y el de los creadores y titulares de Derechos de Autor por obtener retribución por su trabajo. En este caso, la campaña “Sé legal con el cine peruano” está siendo realizada conforme a las normas porque los realizadores pueden cerrar acuerdos con terceros para poner a disposición de terceros sus obras libremente; es un hito bastante importante porque se alza como un fresco ejemplo que demuestra que no todas las respuestas las encontramos en el Estado. Los diarios han señalado que se ha agotado un stock de veinte mil copias; ha sido un éxito, tanto así que se vienen nuevos títulos en venta con esta modalidad: “El evangelio de la carne”, “El elefante desaparecido” y “La amante del libertador”; sin contar que “Perro Guardián” ya está a la venta.

Sin embargo, no todo es perfecto, debemos señalar que esta sigue siendo una micro-medida pues los Derechos de Autor son un tema de trascendencia nacional e internacional. La medida ha buscado cerrar acuerdos en la capital, pero el consumidor peruano de cine aún no ve satisfecho su acceso a la cultura pues esta medida no llega aún a provincias; esperemos que pronto podamos ver estas películas originales ofrecidas también en El Molino en Cusco, en El Tupac en Puno o en Siglo XXI en Arequipa. De igual manera, no todas las películas peruanas de cartelera están disponibles; sin embargo, vemos con esperanza que se vienen sumando más a esta importante solución.

Como hemos visto, en efecto, es una demostración interesante de las soluciones basadas en la autonomía privada de las cuales nos hablan los maestros del Análisis Económico del Derecho como Guido Calabresi y Ronald Coase. Cuando el Estado falla a través de sus instituciones y sus normas, los propios individuos buscan soluciones alternas legales como la que comentamos. En el Perú, todavía tenemos el gran error de creer que el inkarri salvador es el Congreso y que sus acciones salvadoras son potenciales leyes que repriman más los delitos, que sancionen en papel más a las empresas y que nos brinden mayores “derechos” con nombres raros. Esto no es verdad, debemos pensar que quizás la respuesta en ciertos casos no está en el papel del Diario Oficial El Peruano, sino que quizás está en nuestras propias manos.






* Abogado por la Pontificia Universidad Católica en el Perú (PUCP), especialista en Derecho de la Propiedad Intelectual y de la Competencia. Profesor Adjunto de los cursos Derechos de Autor y Derecho de la Competencia 2 en la Facultad de Derecho  PUCP. Ex-Director de la Comisión de Publicaciones de la Asociación Civil Foro Académico.

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