Fernando Murillo Flores[1]
Cuando el New York
Times planteó la siguiente pregunta: ¿Mataría
a Hitler cuando era bebé? generó diferentes respuestas en varios sentidos,
pero, en realidad planteó una pregunta imposible de contestar, pues la
situación en la que se plantea no existe y es imposible.
Es imposible
contestarla porque no podemos conocer el futuro, es decir, no sabemos qué será
o qué hará un bebe cuando sea mayor; si no contamos con esa información es
imposible plantearnos la posibilidad de contestar la pregunta en ningún
sentido, y no existe alguien que nos pueda dar algún dato que nos ayude. La inexistencia
del conocimiento del futuro hace que la pregunta plantee un problema que no es
problema pues no es real.
Los problemas éticos,
además de ser reales, deben tener siempre un escenario en el que haya dos
personas, pues la ética se explica en la relación con el otro, mas no con uno
mismo. Savater nos dice – por ejemplo – que Robinson Crusoe no tenía problemas
éticos hasta que un día en la playa …
Acertadamente Bertrand
Russell escribe “El estudio de la ética
se considera muy corrientemente dedicado a las cuestiones: “¿Qué tipo de
acciones deben realizar los hombres?” y “¿Qué tipo de acciones deben evitar los
hombres?” Es decir, se concibe como algo que trata de la condición humana y que
decide qué es virtuoso y qué es vicioso entre los tipos de conducta entre los
cuales, en la práctica, la gente tiene que escoger” (Russell, Bertrand.
Ensayos Filosóficos. Alianza Editorial.)
Una decisión, para ser
justa, es decir, para ser éticamente correcta requiere de información sobre el
bien y el mal, o lo que será bueno o malo. Bertrand Russell expresa “Para explicar lo que entendemos por bien y
mal, podemos decir que un objeto es bueno cuando por sí mismo debe existir, y
malo cuando por sí mismo no debe existir. Si está en nuestro poder hacer que
algo exista o no exista, debemos de hacerlo existir si es bueno y no existir si
es malo.”
Cuando “Ike” Eisenhower
debía decidir qué día desembarcar en las costas de Normandía, su principal
preocupación era tomar la decisión cuando el clima fuese lo más favorable para
así lograr que las bajas – que eran inevitables – lo fuesen en un porcentaje
bajo. ¿qué buscaba? buscaba tomar una decisión justa, es decir, éticamente
correcta, para ello era imprescindible contar con información. Tomada la
decisión, el comandante supremo de las fuerzas aliadas escribió una carta que
pidió entregar a la prensa, si acaso todo salía mal.
En esa carta se leía: “Mi decisión de
atacar en este momento y lugar estaba basada en la mejor información
disponible. Las tropas de tierra, la fuerza aérea y la marina se han
empleado con toda la valentía y dedicación posible a su deber. Si hay alguna
culpa o falta en este intento es únicamente mía.” (el subrayado nos corresponde)
Militarmente el desembarco fue un éxito, pero más o menos un 20% de los
160,000 hombres que participaron murieron en combate durante el desembarco. Ike
no podía saber qué pasaría ese día exactamente, sólo pidió información sobre el
clima, las posiciones y fortalezas del enemigo para así darles a sus hombres
las mejores posibilidades de enfrentar al enemigo y lograr el objetivo militar.
Pero Ike estaba consciente de su responsabilidad, consciente del
objetivo militar y para tomar la decisión última de enviar hombres hacia su
logro debía basarse – como él dijo – “en la mejor información disponible”.
¿Es posible saber – con toda la información actual – qué será o hará un
bebé? La respuesta es negativa a un 100%, de modo que la decisión éticamente
correcta, la más justa, es procurar a ese bebe todos los cuidados posibles.
¿Qué es una decisión justa? La ética – según Savater – es vivir bien,
pero eso se logra sólo cuando elijes bien entre lo bueno y lo malo, descartando
elegir lo malo pues como dice Russell lo malo no debe existir. En consecuencia,
una decisión justa es aquella que hoy toma una persona, basada en toda la
información posible y que tenga a su alcance, previendo que pueda tener las
mejores consecuencias posibles para quien la toma o para quienes esa persona
ama o respeta.
Por eso, la decisión de Ike fue éticamente correcta, así como la
decisión de quienes tuvieron a su cuidado a Hitler de bebé. Ike ahora es
reconocido no sólo por haber dirigido con éxito a las fuerzas aliadas en la II
guerra mundial, sino por haber tomado la decisión del desembarco en el momento
preciso, previendo las mejores consecuencias para su ejército aliado, él pudo
ver las consecuencias de su decisión. Si la niñera del bebe Hitler, al ver las
consecuencias de la acción ideológica, política y militar de Hitler, no podría
reprochársela, ni decir y alguien tampoco que no actúo éticamente al no matar
al otrora bebé, pues ella cuando lo cuido y alimentó no tenía esa información.
Toda persona en un día toma un número considerable de decisiones
personales; todo directivo toma también ese mismo número de decisiones
personales, pero toma otro tanto en su función directriz en la organización que
dirige, pero éstas deben estar destinadas siempre a la unidad y eficacia de la
organización, sabiendo que ella está integrada por personas respecto de las que
debe tomarse decisiones éticamente correctas, léase justas.
Así como Ike – salvando las distancias del caso claro está – un
directivo, como muchos de los que vemos en el medio local, puede ver las
consecuencias de sus decisiones en un corto plazo, y lo desastroso de sus
resultados, cuando aquellas se tomaron en función de amistad o falsas
consideraciones o camaradería y de las que se tenía perfecta información y
conocimiento, entonces, estas decisiones sí son reprochables pues no son éticamente
correctas, ni justas para la organización.
Si debo tomar una decisión y me propongo que esta sea justa, la
decisión debe ser éticamente correcta y ello sólo se logra cuando se toma con
toda la información disponible, y se prevé que pueda tener las mejores
consecuencias posibles. Si estas no son tales, entonces la decisión fue
éticamente incorrecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario