sábado, 20 de junio de 2020

¿DESDE CUÁNDO ESTUVIMOS AISLADOS?



Fernando Murillo Flores.

La pandemia mundial originada por la aparición del Covid 19, obligó a muchos estados a tomar decisiones para afrontarlo. En nuestro país se estableció el 15 de marzo un Estado de Emergencia, previa a una declaración de Emergencia Sanitaria, disponiéndose un aislamiento social obligatorio como medida para evitar el contagio masivo, el colapso de nuestro sistema de salud y lo que sería la muerte de miles de personas, a quienes dicho sistema no podría atender.

Desde que el 15 de marzo se anunciara el establecimiento de un estado de emergencia y se dispusiera el aislamiento social obligatorio, dicha disposición se ha ido prolongando hasta que la última es al 30 de junio. Si no hay una nueva ampliación de ampliación del aislamiento, habrán transcurrido más de noventa días. Nuestras libertades han sido restringidas seriamente y nuestra economía seriamente golpeada, con todo lo que ello significa.

No está demás anotar que todas las entidades públicas y privadas, por efecto del aislamiento social obligatorio, suspendieron sus actividades y muchas de las últimas sino salen del mercado, tardarán mucho en recuperarse y salvar los empleos que brindaban.

Es el miedo a morir, en esencia, el que hizo que admitiéramos dicho aislamiento; miedo que ha sido vencido, en realidad, por quienes no podían soportar tanto tiempo sin trabajar y a quienes el hambre obligó a romper el aislamiento social, dicho sea de paso, sin observar las mínimas pautas de conducta para ser presas fáciles del Covid 19.

La autoridad y capacidad de la Policía están venidas muy a menos, el Ejército perdió autoridad el momento que se dio de baja a un oficial que sobrepasado por el comportamiento de un ciudadano se extralimitó en la reprimenda. Ahora ya no tiene sentido cifrar esperanzas ni en la Policía ni el Ejército. Es triste pero como dicen, la población – por muy doloroso que sea – ya debe empezar a bailar con su pañuelo. Los empleados estatales del sector salud están trabajando literalmente como si estuviesen en el frente, siendo curioso que al enemigo la población le esté haciendo el juego.

Desde que se declaró la presencia del Covid 19 en el Perú y, de seguro, hasta dentro de un buen tiempo deberemos convivir con ese peligroso virus; de ese virus sabemos muy poco pero lo esencial lo conocemos, sabemos que es altamente contagioso y la forma cómo se transmite; con inteligencia y buenas normas de comportamiento social y de higiene, podemos dejar de ser presa fácil de él.

Muchas empresas han suspendido sus actividades, muchos empleos se han perdido y otro sin número de actividades han quedado muy mal paradas como la educación a todo nivel, por ejemplo. Es difícil saber, con exactitud, cuándo volverá todo a la normalidad.

La libertad en mucho de lo que ella significa se ha limitado y viene limitándose más allá, creo, de lo necesario, esperemos recuperarla pronto para ejercerla con responsabilidad. Muchos aseguran que mientras no haya un tratamiento eficaz y/o una vacuna, nada de lo que fue seguirá siendo igual, otros afirman, no sé de dónde sacan eso, que luego de esta pandemia no seremos iguales, sino mejores, yo me permito decir que seguiremos siendo iguales y en muchos casos peores, basta ver si luego de la pandemia de la llamada gripe española fuimos una mejor humanidad. 

Yo trabajo en el Poder Judicial y, en él, el tiempo, como seguramente en otros ámbitos, es importante sobre todo porque el tiempo transcurre siempre a favor de alguien y en contra de quien busca una decisión justa y que ésta sea ejecutada. Así, los que al 13 de marzo habían sido emplazados para cumplir sus obligaciones, como son los deudores de dinero, los que no devuelven el inmueble que alquilaron, los que merecen una condena por el delito cometido, etc.  Es curioso, pero siento que no hay muchos quienes pidan que el Poder Judicial reinicie sus actividades, como sí piden que vuelvan otras actividades. Muy curioso.

Hemos dejado al Poder Judicial funcione para casos urgentes: las detenciones preliminares, las prisiones preventivas, la cesación de prisiones preventivas, la conversión de las mismas por otras; los casos de violencia familiar y las medidas anticipadas en estos casos, los casos de infracción de la ley penal, etc. Qué curioso que ahora un virus nos cambie y de pronto encontremos otras alternativas ante las prisiones preventivas, e incluso se hayan sustentado proyectos de ley para descongestionar los penales; qué curioso que ahora seamos expeditivos en todos esos temas. Qué curioso.

Establecimos que el Poder Judicial funcione para temas urgentes planteados luego del 15 de marzo pasado, y hasta cuando dure el aislamiento social, pero, ¿no es urgente todo aquello que a esa fecha estaba pendiente de resolverse? Qué curioso que una demanda de amparo y una medida cautelar puedan ser presentados en estos tiempos como un caso urgente y que pueda ser tramitado por un órgano jurisdiccional mixto de emergencia, mientras que una demanda y pedido cautelar similar presentado antes del 13 de marzo esté pendiente de ser calificada por el Juzgado al que ingresó y que no pueda tramitarse. Qué curioso.

Ahora todos presumen haber estado preparados para este momento, con proyectos, implementaciones, infraestructura, etc. ¿alguien estuvo realmente preparado?, ahora algunos desean trabajar con ahínco, pero remotamente ¿qué cambió? De pronto el virus nos puso unas ganas que no teníamos antes del 15 de marzo pasado.

Lo cierto del caso es que lo curioso que puede ser que no muchos pidan que el Poder Judicial reinicie sus actividades y que otros tantos no lo intenten, en serio, sea porque en realidad siempre estuvimos en aislamiento social voluntario, no obligatorio. Estoy convencido que todo aquello que se está disponiendo, al margen de lo atinado o no, lo pudimos haber hecho hace mucho tiempo, lo pudimos haber implementado sin la necesidad de que un virus nos motive, sino otras razones como la de integrarnos de mejor manera a la sociedad.

Ahora podemos abrir canales de comunicación con las partes y los abogados; ahora podemos realizar audiencias virtuales en todo proceso; ahora podemos digitalizar expedientes; ahora podemos ahorrar papel; ahora podemos realizar trabajo remoto, etc. ¿No lo pudimos haber hecho antes?

Toda esta excepcionalidad y anormalidad, muchos lo dicen, será la nueva normalidad, tanto es así que una disposición administrativa, por ejemplo, y en perspectiva de futuro dice: “Disponer que los órganos jurisdiccionales del país, a partir del 1 de julio de 2020, procedan a programar las audiencias penales y no penales que se deberán iniciar a partir del 17 de junio del año en curso; y se desarrollarán de modo remoto y excepcionalmente en forma presencial”, cuando lo real es que la excepcionalidad es que se lleven “de modo remoto”, pues la normalidad es que sean presenciales. Cuidado en hacer de lo excepcional la regla general, pues ello significaría admitir que nunca venceremos al virus, cuando lo correcto es decir que mientras éste no sea vencido, pues lo venceremos, rijan las excepciones. En sede judicial, en estricto respeto por los derechos del debido proceso, lo normal son las audiencias presenciales, por el momento la excepción es que sean de “modo remoto” y nunca a la inversa.   

Si algo puede hacer el virus por el Poder Judicial, es que dejemos ese aislamiento social voluntario respecto de la sociedad a la que le debemos paz social cada vez que tramitemos, conozcamos y decidamos un caso, más allá de lo mediático que son los procesos penales y de violencia familiar, para que, aunque sea remotamente – como ahora se dice que trabajaremos – logremos conectarnos con la realidad y empecemos a dirigir los procesos con celeridad, oportunidad y justicia. Cuidado que lo remoto no sólo aleje el trato humano inmediato entre quienes tenemos la responsabilidad de ser justos, sino que también nos aleje aún más de la sociedad y veamos como remotos los problemas de ésta.

El Covid 19 no es un virus que necesariamente haga que tomemos buenas y oportunas decisiones; si nuestro aislamiento social – el que se lee a través de toda nuestra vida republicana que no miente porque está registrada – no concluye ahora y a partir de ahora no sé qué más nos podría cambiar como Poder Judicial.

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