Fernando Murillo Flores[1]
Un 9 de setiembre de 2007,
hace más de 10 años, abrí un blog llamado cátedra judicial. En ese blog pueden
encontrarse los artículos que desde entonces escribo regularmente
(catedrajudicial.blogspot.com).
Hace más de dos años que
decidí compartir lo que sé y mis experiencias personales en la magistratura,
por ello todos los martes de cada semana, luego de la jornada de trabajo y por
una hora dicto una conferencia sobre un tema determinado de derecho, utilizando
para ello la sala de audiencias del Tribunal donde me designan trabajar. Estas
conferencias también se llaman cátedra judicial.
La realización de las
conferencias se anuncia mediante unos cartelitos impresos, en una hoja de papel
bond A-4, que se colocan en algunos puntos determinados del primer piso del
palacio de justicia, también se anuncian mediante el whatsapp y el facebook que
son medios de comunicación que la modernidad nos regaló.
Las personas que asisten a
las conferencias son, principalmente, trabajadores de la Corte Superior de
Justicia del Cusco, interesados en aprender un poco, así como algunos
magistrados de también concurren con el mismo interés, así como otras personas
que se interesan por el tema a tratar.
El día martes 21 de este
mes, como hace más de un año, se anunció la conferencia titulada “Reflexiones
en torno a la Ley N° 24041” a realizarse en la sala de audiencias de la Segunda
Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia del Cusco; pero no se pudo
realizar porque ocurrió un hecho que considero anecdótico que decido compartir.
Al término de la jornada de
trabajo que fue a las 16:30 hrs del martes 21 de agosto de 2018,
considerando que la conferencia la debía dar a las 17:00 hrs me fui a tomar –
como siempre lo hago – un café y al volver, magistrados visitadores de la
Oficina de Control de la Magistratura me invitaron a pasar al ambiente de
espera de la Presidencia de la Corte Superior de Justicia de Cusco, para tomar
mi declaración en el marco de una indagación por el mal uso o uso indebido de
instalaciones del Poder Judicial, pues según se me dijo la Jefa de la Comisión
visitadora había recibido una denuncia en ese sentido y por ello se había
dispuesto se tome mi declaración. (sé perfectamente de quien vino la acusación,
menos mal que esta vez no pateo la puerta, pero se vio su regodeo)
Declaré la verdad: i) es una iniciativa personal; ii) las conferencias las dictó
personalmente; iii) utilizó un
proyector y computadora de mi propiedad; iii)
la asistencia es libre y voluntaria (no se entregan, venden ni regalan
certificados); iv) los asistentes –
en su mayoría – son trabajadores de la Corte; v) asisten también magistrados de la Corte; vi) se realizan en la sala de audiencias de la Segunda Sala Laboral
y fuera del horario de trabajo.
Mientras se tomaba mi
declaración sucedió algo que considero es el verdadero tesoro de quien obra
bien, pues los asistentes a la frustrada conferencia redactaron un memorial de
apoyo a mi iniciativa, lo presentaron ante los indagadores, ingresaron a
conversar con ellos, trabajadores y magistrados en mi apoyo dieron testimonio
de mi proceder, muchos de ellos se quedaron hasta terminar mi declaración y me
mostraron algo que no tiene precio y que consideró coseché en ese momento luego
de tantas horas de capacitación en las que fui sembrando algo que recién ví en
ese momento, en ese instante: cariño y admiración. El tesoro más grande es que
el otro dé testimonio de lo bien que haces.
Gracias a todos quienes
dieron testimonio de lo que hacemos cada martes de cada semana: aprender. Allí
me di cuenta que lo que yo denomino cátedra judicial es, en realidad, una
familia y un sentimiento formados en silencio, a través de las horas que
comparto dando las conferencias.
Es probable que me abran
proceso disciplinario por hacer uso indebido de la sala de audiencias de la
Segunda Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia del Cusco, puede ser que
me sancionen o recomienden algo, pero cualquiera sea el resultado significará
que hice algo por trascender, que haber leído Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, no fue en
vano.
Bueno. A un Juez Supremo,
por usar un teléfono fijo del Poder Judicial (de su Despacho más propiamente), mediante
una Secretaria pagada por el Poder Judicial, para hacer una llamada a un
Presidente de Corte (ahora preso), para presionar a un Juez en un caso judicial
particular, se le llevará ante una Comisión de Ética, y a la que se sometió
voluntariamente, pese a que el hecho trasciende las fronteras de la ética. A un
Juez Superior, por utilizar una Sala de Audiencias del Poder Judicial, fuera
del horario de trabajo, para dar semanalmente una conferencia a trabajadores y
magistrados de la Corte Superior de Justicia del Cusco, se le abrirá un proceso
disciplinario de parte de la OCMA, no obstante que éticamente es correcto compartir
lo que uno sabe y con el fin de capacitar personas que sirven a otras personas.
¿Se nota la diferencia no?
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